#NoCuentenConmigo

Hoy tuve una sensación de mierda todo el día. Escuche barbaridades en la calle, leí en las redes cosas demenciales hasta de gente que estimo y con la cual creía compartir valores mínimos sobre lo que yo llamo “ser persona”. Pero esta horrorosa bola de mierda que amalgama paranoia, xenofobia, ignorancia, crueldad, miseria, miedo, y sobre todo profunda cobardía que trata de diluirse en el pusilánime anonimato de la horda primitiva, supero todo cuanto yo podía creer que pudiera latir larvadamente en nuestra sociedad post neoliberal.

Volver viajando con el compañero Sancho fue un bálsamo de cordura a la ignominia que repentinamente emergió en nuestro país durante los últimos días. Tratar de comprender es el reflejo que me redime cuando, inapelablemente, el infierno son los otros.

Y es que como bien dice mi cumpa y amigo, el golpe del 76, la hiper inflación y el 2001 pauperizaron tanto a esta sociedad; resquebrajaron tanto el tejido social; disciplinaron tanto a su Pueblo (si es que puede llamársele así al conjunto de individuos que habitan este mismo suelo) que tardaremos décadas en volver a soñar un proyecto colectivo como comunidad. En ese sentido, la tocadita de culo a Clarín que el kirchnerismo bobo dio pomposamente en llamar “la batalla cultural” esta bastante verde al juzgar por esta repentina regresión al medioevo.

Aterra entrever la construcción de la “otredad delincuente” que divide aguas entre un “nosotros los decentes” autolegitimados para ajusticiar a quien se sospecha culpable de un robo. Ajusticiamiento no solo repudiable por el mero hecho de legitimar la venganza (no la justicia, que solo puede impartirse por quien tercia en un conflicto) si no que en el mismo acto reduce a quienes lo acometen a una condición similar o peor que aquel a quien intenta proferirsele un castigo. Pero peor aun, ajusticiamiento irresponsable que puede hacer de cada individuo circundante una potencial victima de la furia ciega de la demencia fachista de estos engendros.

Y hablo de un fachismo silvestre e iletrado, no un fachismo doctrinal, del que me siento en las antípodas pero con el que creo que se puede establecer un necesario debate ideológico reconociéndolo como un interlocutor político. Aquí lo que aparece es un átabico culto al autoritarismo y la violencia que siquiera reconoce la autoridad del Estado ante la que un facho formado se plegaria. Se cumple si la sentencia sobre el giro fachista del burgués asustado. El terror que da vivir de las circunstancias inconexas de un mundo de alienación que se debate entre la realidad mediática y la anécdota de algún delito padecido en carne propia o anoticiado por allegados, sin la menor experiencia practica de intervención en la trama social. Sin saber lo que son “los pobres”, por que no solo nunca hizo nada por nadie en términos de participación comunitaria, sino por que ademas los esquiva cada vez que puede librarlos a la autocomplaciente estigmatizacion de delincuentes. Sumando del mismo demencial modo a los DD HH al combo de esa ensalada de basura que va vomitando por ahí como argumento para justificar la caquita que asoma de su alma. Parece que si antes el cielo era para alguna gente, al decir de don Alejandro Dolina, un lugar lleno de policías, hoy el clímax orgásmico con el que la peor inmundicia de la condición humana se expresaba parecía postular que el cielo seria cualquier situación propicia para que la horda primitiva pudiera descargar su furia y sus frustraciones contra los fantasmas de sus pusilánimes delirios. Encarnados claro, en un ser humano, que culpable o no, puede ser potencialmente reducido a pulpa en ese fulminante instante de canallada y cobardía colectiva.

Entonces me planteo si borrar de mis redes a tanta gente con la que en otras circunstancias he compartido otras tantas cosas. Asqueado por su desprecio por la vida, por esa atolondrada mezcla de cobardía, crueldad e ignorancia. Si bien en algún punto me compadezco de su estreches de miras y sus bajezas, trago saliva tratando de asumir que no dimensionan lo que están diciendo, que incluso participando positivamente en una de estas acciones que alientan, no llegan a percibir la magnitud de estas practicas que reducen la condición humana a un tipo de vinculo social incluso pre clánico. Se que la ingenuidad o la ignorancias igual pagan costos. Por estas horas se cobraron al menos una vida inocente.

Sera emprender nuevamente la militancia en todos los frentes, la predica constante e irreductible a la que estamos llamados para legar un mundo mas habitable y humano que el que nos toco en suerte. Al menos ya se ve venir, por donde anda sembrado el huevo de la serpiente y que se traen entre manos los poderes imperiales para las próximas décadas en nuestro continente.

 

 

Dicen que esta vez la culpa no es de los villeros

Cumbia Villera

Estos días pesqué al vuelo en varios medios, alusiones a la pobreza creciente reflejada en la proliferación de villas. Me pareció extraño encontrar la invocación a las villas fuera de un contexto próximo a la delincuencia que tan impunemente liga y naturaliza el discurso massmediatico cotidiano. Una compañera me acerca un articulo La Nación del pasado domingo y entonces caigo en la cuenta de la fuente que viene nutriendo la linea editorial de toda estas paparruchadas que los comunicadores del régimen reproducen.

Agustín Salvia, a quien referencio por haber asistido a sus teóricos como jefe de cátedra de Metodología de la investigación social en la carrera de CCOM de la UBA, es el flamante entrevistado. La nota glosa los resultados de una investigación llevada a cabo por el Observatorio para la Deuda Social de la UCA, del cual Don Agustín oficia como coordinador. Según reza el lapidario titular de la misma: «El Gobierno ha multiplicado los efectos de la desigualdad social en un contexto de crecimiento».

En rigor el cuerpo del articulo no explica esto, solo parece inducir a través de estimaciones que no dan cuenta de los parámetros metodológicos de la investigación (cantidad de casos del muestreo, población seleccionada, criterios de selección del universo muestral, etc) el hecho de que existe un sector de la sociedad cuya situación de precariedad a quedado “cristalizada” y en el peor de los casos a sido “reproducida”, inferimos, por que su descendencia tampoco encuentra posibilidades fácticas de movilidad social ascendente. También admite la investigación que esta ha sido una “década ganada” para los sectores medios, pero… «No sólo no ha revertido esta tendencia, la ha reproducido. Crecen las torres, pero crecen las villas y los asentamientos. Se dinamizaron los sectores de punta y también los sectores informales. ¿Creció La Salada? Creció, pero no dejó de ser La Salada, con salarios de pobreza, salud de pobreza, educación de pobreza«, abunda el académico.

Buena parte de sus argumentos son falaces y existe una parte del diagnostico certera, aunque entran en juego otras causalidades menos lineales que las que aquí se establecen. Rebatir cada punto me llevaría a explayarme un buen rato, de modo que no lo haré. Bastara poder exponer algunas aristas que aquí se invisibilizan, para tener un panorama mas acabado del fenómeno de la desigualdad estructural y la exclusión persistente en los sectores populares. Tema que conozco no solo desde mi formación académica, sino también desde mi propio transito biográfico a partir de mi procedencia de barriadas humildes y de mi experiencia militante con sectores populares en los últimos años.

La gran sonsera que aquí se dice y los medios no dejan de reproducir es que el incremento de las villas es a causa de un empobrecimiento creciente de la población. La primer pregunta que yo haría es si alguno de estos getones ¿Saben como se origina una villa? No salen de un repollo sino que en lineas generales responden a movimientos migratorios. A principios del siglo XX fueron los conventillos que apiñaban a los migrantes intramarinos en el hacinamiento urbano. Con la industrialización del primer peronismo las migraciones internas de los “cabecitas” del interior conformaron los primeros asentamientos precarios que por supuesto se “cristalizarian”, como le gusta decir a Salvia, con la economía regresiva de la libertadora que para invisibilizarlas no tuvo mejor ocurrencia que bautizarlas con nombres simpáticos como Villa Tachito. Con la reactivación de la ultima década, la posibilidad de empleo atrajo a las periferias de AMBA un millar de migrantes de los países limítrofes. La explicación mas honesta para este fenómeno es: Hay mas asentamientos precarios por que aumento el empleo en los centros urbanos. Allí donde Salvia señala “Crecen las torres, pero crecen las villas” cabria reponer “Crecen las villas por que crecen las torres”. Es decir: Hay laburo. Y con ello condición de posibilidad para la mejora de la calidad de vida.

Otro aspecto que se señala como causal reproductor de la exclusión es la falta de estudio en los jóvenes. Seguramente el muestreo no contempla la matricula de los programas de educación para adultos FinEs y FinEs 2, a través de los cuales miles de adultos pueden mostrarle orgullosos a sus hijos que ellos también están terminando sus estudios.

Hay estadísticas (no cifras ya que no es un censo) sobre la cantidad de jóvenes que no estudian, lo que no hay es una comparación con periodos anteriores. Lo cual genera imágenes distorcivas ya que está ha sido una década donde la inversión en educación estuvo a la orden del día. Si a ello le sumamos la cantidad de programas sociales que efectivamente funcionan exigiendo la escolaridad de infantes y adolescentes como una contra prestación, la afirmación de que el cuadro se haya agravado es absolutamente inconsistente.

Sin embargo cabe preguntarse, con sinceridad,  en que medida estas políticas de inclusión son realmente efectivas. Sabemos quienes trabajamos estas problemáticas, que una segunda generación de desocupados es algo arduo de remontar. Y no es una excusa, sino el deterioro objetivo sobre el tejido social que heredamos del neoliberalismo. Cabe aquí una interrogación honesta sobre el margen de maniobra de un Estado en recomposición, respecto de un sector social que ya había sido desprovisto de capacidades de inserción al mercado laboral formal en una sociedad cada vez mas excluyente. Hablo de hombres y mujeres desprovistos de oficios e instrucción básica, de la disciplina laboral mínima que otorgaba la era fordista como el riguroso cumplimiento de horarios, y portadoras de estigmas en el habla, en el trato… Cúmulo de “carencias” que inhabilitan un empleo a la vez que generan verdaderos deterioros en la autoestima de la persona al punto que la exclusión no se vive como una situación sino como una condición crónica. De esto no saben demasiado los buenos burgueses, campeones en eso del progreso individual, que con sucinta liviandad comentan el bochorno de que con sus impuestos “hay gente a la que le dan plata por no hacer nada”.

Este año tuve la posibilidad de dictar clases en la Diplomatura en Operador Socio Educativo en Economía Social y Solidaria. Mas allá de lo pomposo del titulo este es un programa impulsado por los ministerios de Educación, Desarrollo social y universidades varias, y lo que allí se intento hacer es una transferencia de formación para las cooperativas del programa Argentina Trabaja (o Argentina Descansa, como prefiere decirle Macri y los brutos de su laya). El objetivo de la diplomatura es dotar a esos colectivos de trabajo que hoy (casi todos) hacen tareas de saneamiento a cambio de un sueldo subsidiado, de las herramientas para la independizacion del subsidio estatal y la generación de autoempleo. ¿Cuantos cumpas estarán dispuestos a hacer ese salto? No lo se. La política publica genera los dispositivos, pero hay un aspecto que solo puede superarse con cuerpo y esfuerzo en los territorios. Programas sociales mas militancia REAL, para que en el mejor de los casos, parte de esa generación diezmada pueda intentar superar su condición. El neoliberalismo se tatuó en una buena parte de la población como una yaga viva, no como una categoría académica. Estas son las cosas de las que los observatorios de la academia chupacirios no habla.

Lo que sí es una asignatura pendiente del modelo es el trabajo informal. Y no hablo de la generación de autoempleo, cuestión que viene ligada a la descomposición de un mercado laboral que ya no acogerá al sector al que antes nos referíamos. Quien fue desempleado en los 90s lo seguirá siendo, sera un emprendedor cuentapropista o beneficiario de un programa social. Me refiero a la informalidad encubierta en contratos basura, monotributeo al mismo Estado y demás modos patológicos de encubrir la precarización. El “cuentapropismo” no tiene representación gremial y estuvo fuera de la agenda de la CGT hasta que Moyano comenzó a tematizarlo a partir de su alejamiento del gobierno.

Algo sobre este tema le escuche decir al Chino Navarro respecto de la necesidad de integrar a la economía popular (“La salada”) al sector productivo formal. Me parece que es un debate que desde la militancia debe comenzar a impulsarse con mas persistencia, ya que junto (o a causa de…) la concentración/extrangerización de la economía, representaran a la larga un techo al modelo distributivo que se sostiene en la creación de empleo a partir de la generación de un mercado interno.

De allí a decir tan alegremente que aquellos que hace diez años concurríamos a los clubes del trueque hoy estamos igual o peor… Yo tengo para comentarle al Sr Salvia y sus canallas de la oligarquía clerical de la UCA que la militancia que se organizaba en torno al triste recuerdo de los comedores que descomponían la mesa familiar como ámbito de encuentro (instancia superada a partir de la asignación universal que ademas garantiza escolarización y vacunción infantil), hoy se ejerce en torno a espacios como los Centros Culturales. Desplazamiento que habla a las claras de la transformación de las urgencias desde el plano mas inmediatamente material al simbólico. Que la cumbia villera que cantaba la afirmación desesperada del delito como identidad social en la mas sórdida exclusión hoy celebre en los wuachiturros la argentina del consumo de motos y Lacoste como posibilidad concreta de apropiación plebeya de esos bienes. Que hay 13 nuevas universidades bien alejadas de la ciudad puerto, garantizando una matricula en la que en promedio el 90% de su concurrencia son primera generación de universitarios transitando su experiencia en la educación superior. La lista de las mejoras objetivas en la calidad de vida es cuantiosa y si la inflación nos roba hoy la capacidad adquisitiva es justamente a causa de un modelo que funciona con una economía recalentada y del cual se vale miserablemente el empresariado. Me gustaría saber si ese dichoso observatorio agrega en su documento alguna recomendación respecto a las medidas para evitar las supuestas carencias que se señalan. Quisiera saber yo ¿cual es el carácter de la intervención que anhela la UCA para este modelo “neodesarrollista” (como lo caracteriza)? Así podríamos conocer también el signo ideológico de quien hace los señalamientos y la dirección que a los poderes tras la generación de estos discursos, le gustaría que la Argentina sea encaminada.

Apuntes sobre La Hache

La Hache

Canal Encuentro a televisado estos días La Hache, la pelicula de Nicanor Loretti testimoniando el surgimiento, éxtasis y disolución de Hermética, la mítica banda heavy local. Ello me suscito cierta nostalgia, pero también sorpresa al ver los comentarios en las redes de quienes no fueron coetáneos de ese culto inacabado. Hay una suerte de mistificación purista que condena a la película por hacer lo único que puede: Intentar narrar el derrotero de una banda a pesar de la ausencia de su figura central. Hoy como ayer, Ricardo Iorio cual chico resentido que se lleva la pelota cuando no le gusta como le va saliendo el partido, nos priva de un registro que recupere nuestra propia experiencia generacional para con aquel fenómeno.

Y es que buena parte del enfoque del film se para precisamente sobre aspectos que trascienden la biografía y obra de un grupo de músicos. Loreti lo tiene muy claro y lo explica en el trailer “Trata de explicar por que hubo un fenomeno asi dentro del HM argentino. Por que no se volvió a repetir y por que paso en esa época y no podría haber pasado ahora ni en los 80s”

El Ruso Verea oficia como un vehemente relator del contexto de época (ascenso del menemismo) que habilito algo que se recupera en buena parte de la película. Ese espacio difuso pero cálido que en medio del sálvese quien pueda reinante significaban los recitales de Hermética. No eran la polisemia-pastiche de la misa ricotera, que seguramente también configuraba una instancia similar, sino que su diferencial estaba dado por constituirse en un ámbito al que todos concurríamos en la creencia de que existían ciertos presupuestos compartidos sobre la deriva social argentina. Con las letras de Hermética las cartas estaban puestas boca arriba sobre la mesa y los recitales significaban la esclarecedora afirmación de un punto de vista disidente, resistente… En la desazón generalizada, parecía tener mucho sentido la pertenencia a una comunidad que se hacia de una voz para ponerle nombre al absurdo cotidiano. Visctimas del vaciamiento o Sepulcro Civil eran los bastos universos de sentido que podían esgrimir algo de inteligibilidad al caos reinante.

Las entrevistas a «los fans» parecen estar lejos de reflejar el sustrato social de los seguidores de la banda. En este aspecto la realización no escapa al corte de clase de sus realizadores. El gran publico de Hermética era, mayoritariamente, extensión de los sectores populares que La Banda y su entorno inmediato encarnan en los testimonios que desfilan en la cinta.

Alguna vez me contó el Ruso Verea que la Heavy Rock&Pop nació con él y el gordo Nagui mas una pasante que atendía el teléfono. Pero el grado de conmoción/adhesión que esas madrugadas radiales de rock y resistencia ejercieron sobre mi generación hizo que el programa terminara con dos psicólogas al teléfono del programa. A no confundirse, no era el metal, era el infierno y la orfandad absoluta de ser adolescente en los 90s.

Por eso me parecen patéticas las apreciaciones de Gustavo Olmedo, que no solo no tiene talla para estar allí ya que su labor como periodista (esa en donde inflaba discos de Babasonicos y Juana la loca burlandose del rock pesado en general) era apenas marginal por aquellos dias; sino que sus disquisiciones sobre el inminente éxito de Hermética solo podían desvelarlo a el como pichoncito de la prensa mainstream donde termino ganándose la vida. Sí hubo una “gran banda” y fue Rata Blanca y nadie (me incluyo) estuvo dispuesto a perdonarle su éxito, sencillamente por que no nos importaba la música, sino lo que a través de ella podía decirse sobre nosotros. Y era solo esto ultimo lo que en definitiva nos unía a Hermética y a todo lo que muy difusamente entendíamos como metal. Nos hubiera gustado que a Hermética le fuera bien, claro, pero pensar en «el exito» (¿?) en el país de la mera subsistencia era lo de menos… Nadie entendía lo que significaba llegar sencillamente por que nadie (de nuestro universo) nunca había llegado. ¿En que piensa Olmedo? ¿En los maratones de estadios River de Soda Stereo?

Quienes en los tempranos años de nuestra pubertad seguimos a Hermética, nos acercamos al metal a partir de sentirnos interpelados por la tematizacion sobre lo social (y cotidiano) y no al revés. Descubrir y educar el disfrute de las sonoridades estruendosas era un ejercicio posterior, ya que con Hermética ni siquiera los aspectos sonoros eran una virtud, sino que como bien se señala en el film, el “fenomeno” del culto a la banda era para nosotros tan basto e intenso como el dramatismo de la desintegración social nacional de aquellos años.